Como todos los años, más bien a diario, enfrentamos retos de singular relevancia para defender y sostener el ideario Coubertiniano. Ese ideario prístino originado de una figura egregia albergadora de concepciones que rebasaron las ideas de su época y que fueron expuestas utilizando su recia personalidad como piedra angular, fueron aceptadas por todos los pueblos del orbe. Debemos sentirnos honrados de tan portentosa hazaña. Un visionario legó al mundo una idea extraordinaria: la obtención, prosecución, crecimiento y defensa de los más elevados valores de la humanidad.
Este camino cimero fue concebido por una vía, tan obvia, que nadie había reparado en ella: “el deporte es nuestro camino y ruta. Ilumina nuestro horizonte, al igual que irradia, para otros, vía segura en la prosecución de la búsqueda de la felicidad, mejores días y un mejor legado a los que vendrán a uniformar nuestro futuro”.
Nunca antes, ni creo que después, el mundo fue orientado con puntería tan certera. Se abrieron vías extraordinarias para labrar mejores días para los humanos, se dilucidaron ideas, se propusieron senderos de elevados parajes, desde donde el hombre podría acrecentar y afinar su propia progenie.
Hoy, día del olimpismo internacional, no reunimos para recordar nuestro origen, reconocer nuestra condición actual y proponer opciones para honrar los postulados de Pierre de Fredy, Barón de Coubertin. Tenemos la certeza que la amplia avenida que él nos trazó, la atravesamos con pasos decisivos. Somos, más que de la convicción, de la fé que sus ideas han calado hondamente en nuestras almas y que no cejaremos en el ejemplo que constituye su legado.
Hoy, similarmente, enfrentamos retos derivados de intereses innombrables de los que quieren darle al deporte derroteros muy diferntes y que responden a ansias personalistas propias de entes carentes de alma y de escrúpulos. Personas que no poseen el mínimo resquicio para aprovecharse, en su propio beneficio, de las propuestas de los elevados principios que nuestros antecesores nos han señalado. Para decirlo en palabras de José Martí: “Siempre al pie de los árboles hermosos, cavan más profunda cueva los gusanos”.
Los precedentes días, han revivido tormentas que creíamos superadas. Personeros de gobierno se arrogan atribuciones y decisiones propias de instituciones que les son ajenas. Hacen alarde de ignorancia y altanería de las que jamás habíamos sospechado. Hoy, igualmente, los invitamos a la reflexión. Estamos en condiciones de poner a su disposición personal y preparación que difícilmente otro organismo pueda contar entre sus haberes.
Aclaramos. Los atletas panameños se ven afectados por las decisiones adoptadas por instancias gubernamentales; las que le impiden representar, razón de su espíritu, a una patria que acogen en su corazón y que los ajenos, no entenderán jamás.
Hoy, nos declaramos solidarios con nuestros atletas, razón, objeto y cariño de nuestro andar. Ustedes están en nuestro pensamiento, espíritu y razón de nuestro proceder. Permítanme, subrayar: nadie nos podrá apartar jamás de esa vocación.
Con frecuencia he citado que tenemos talento deportivo en nuestro suelo. Por lo pequeño, como nuestro istmo, poseemos poca población. De ello debemos colegir: tenemos pocos atletas, pero son una de las mayores iluminaciones que atesoramos y que aspiramos a continuar construyendo.
Benditos sean atletas.
Ing. Miguel Sanchiz
Presidente del COP
No hay comentarios:
Publicar un comentario